Patria Potestad o Responsabilidad Parental, algo más que un simple cambio de nombre

Entre los temas que más debate ha provocado con relación al proyecto del nuevo Código de las Familias está sin dudas el relacionado con la Patria Potestad y su sustitución por un concepto más abarcador como el de Responsabilidad Parental.

 ¿Significa eso que el cambio lleve implícito lesiones a los derechos de los padres en la educación de sus hijos? ¿Perderán estos el control sobre los menores? La doctora en Ciencias  Psicológicas Patricia Ares, durante su comparecencia en el `programa Hacemos Cuba de la televisión cubana, explicó algunas de las aristas más importantes de este polémico tema.

 Según Ares, el Código de las Familias sujeto a consulta popular,  no expropia ni priva  a los padres del derecho de cuidar, atender y proteger a los hijos, así como de  darle alimentos y todas las condiciones que promuevan un crecimiento y desarrollo con  salud y bienestar.

 En Cuba el concepto de Patria Potestad, dijo la también titular de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana,  está arraigado en la manera de visualizar y concebir la familia. Llegado de la vieja Roma, sugiere  que los hijos son seres dependientes incapaces de tomar decisiones, concepto que a la luz del desarrollo social y avances tecnológicos ya no responde a esa realidad.

 Hoy cambian las pautas de crianzas y es precisamente la razón por la cual se plantea la sustitución del término por el de Responsabilidad Parental que en ninguno de los casos limita  a los padres del derecho y responsabilidad de conducir el desarrollo de sus hijos, sino que al reconceptualizar el rol del niño en la familia invita a una pauta diferente en la mirada de su formación, consideró la especialista.

Ya no estamos en los tiempos, dijo,  en los cuales a partir de la entronización de una cultura del respeto bastaba la mirada de los mayores  para que los niños bajaran la cabeza, ahora los pequeños se resisten, rebelan y esto está llama a un cambio decisivo en la pauta de enseñanza, pues  la obediencia ciega mancilla la dignidad personal, la autovaloración y autoestima del menor suplantando   la opinión  de los padres por encima del derecho de ellos a opinar y ser  escuchado.

Asumir esto es replantearse esa cultura del respeto,  abundó Ares,  que implica además cambios en la manera de educar y relacionarse con los hijos.

 Ya no se trata, subrayó, de dar sermones y discursos unilaterales, sino de dar paso a la reflexión, al diálogo que posibilite a este sector etario vindicar su autonomía progresiva, que también lleva aparejado el incorporar poco a poco  acciones para la cuales estén en capacidad de actuar por sí mismo.

Y es que la edad cronológica, recalcó,  no marca los niveles de desarrollo de un ser humano, si la familia no facilita que ellos incorporen una manera responsable de actuar paulatinamente y hacen lo que estos pueden hacer por sí mismos están generando hijos dependientes.

 Por tanto el desarrollo social adquirido, consideró la especialista, necesita de padres nuevos para hijos nuevos, que el pleno ejercicio de la paternidad no caiga en el abuso de poder donde ni siquiera se tomen en cuenta argumentos que laceran el interés superior del menor.

En la medida en que estos crecen, acotó,  y acceden  a conceptos superiores de responsabilidad para con sus vidas, adquieren con eso más derecho a opinar y decidir sobre cuestiones relacionadas con esta, aunque aclaró, tampoco se trata de que el niño decida sobre determinadas cuestiones para las cuales no tiene la madurez necesaria como por ejemplo casarse, violentar su desarrollo normal o precipitarlo,

Es este un proyecto educativo reflejo de  la familia a la cual se aspira, por tanto con la responsabilidad parental  se marca un punto de inflexión importante en la consecución de formar hijos más plenos y dignos, afirmó la Doctora Patricia Ares.