Luz de una nación y guía eterna

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El 28 de enero de 1853 marcó el nacimiento de José Martí, un hombre cuya vida y pensamiento se han convertido en un símbolo inmortal para los cubanos. Defensor incansable de la libertad, la justicia y la dignidad humana, dejó un legado que trasciende generaciones, la misma que en el centenario de su nacimiento una generación de jóvenes no dejó que muriera ni que su memoria se extinguiera para siempre.
Ese grupo de jóvenes universitarios portadores no solo de fuego sino de sueños, encabezado por el comandante en jefe Fidel Castro Ruz, protagonizaron un acto de trascendencia histórica: la primera Marcha de las Antorchas, recorriendo la emblemática ruta desde la escalinata de la Universidad de La Habana hasta la Fragua Martiana.
Este acto no solo honraba al Apóstol, sino que simbolizó el compromiso de esa generación con su legado y el inicio de un camino de lucha revolucionaria.
La vigencia del pensamiento martiano se reafirma cada año con la Marcha de las Antorchas. Este acto simbólico, que congrega a miles de jóvenes y estudiantes, es mucho más que un homenaje al hombre de La Edad de Oro, es una reafirmación del compromiso de las nuevas generaciones con los ideales de libertad, soberanía y justicia social que Martí defendió.
Martí nos enseñó que "Patria es humanidad", y hoy más que nunca sus palabras resuenan en un contexto global donde los valores de solidaridad y justicia necesitan ser rescatados, un llamado constante a la reflexión, al compromiso y a la acción para construir una Cuba más justa y soberana.
El pensamiento martiano está vivo en las luchas cotidianas del pueblo cubano, en el espíritu de sus jóvenes y en cada paso que da la nación hacia un futuro digno y libre. La antorcha que se enciende cada 27 de enero no es solo una llama, es un recordatorio de que el amor por la Patria y la defensa de nuestros ideales son eternos.