Tercer domingo de Julio

 Niños felices “asaltaron” la Isla y festejaron su día.

La temprana algarabía rompió la cotidiana tranquilidad mañanera. Hoy, tercer domingo del mes de julio, toda Cuba festeja el Día internacional del niño.

 Las imágenes son elocuentes. No importa que el sol literalmente quemara la piel ni que las sofocantes temperaturas se afanaran por  empañar el brillo de la jornada, nuestros niños a contrapelo de ello desafiaron esas condiciones climáticas y disfrutaron de lo lindo.

 Esa alegría de los pequeños desbordó parques, teatros, sitios públicos  y, acompañados de los talentos comunitarios, aplaudieron a magos, payasos, malabaristas y participaron de juegos infantiles y hasta de carpas con entregas de libros propios para su edad.

 No había preocupación en los rostros de ninguno de los que observamos durante nuestro recorrido, ellos disfrutaron la emoción que les regala la posibilidad de  vivir en un país dónde  constituyen uno de los eslabones más importante de la sociedad.

Pero este tercer domingo solo difirió del resto del tiempo por la fecha enmarcada en la celebración, pues en la Isla, para este sector etario,  no se vivió nada distinto a lo acontecido ayer, ni antier, ni cualquier otro día normal del año, porque la grandeza de la celebración radica  en lo cotidiano de una entrega  sustentada en  el respeto al derecho de eso muchachos a reír, bailar, pasear, compartir con sus compañeritos sin otra preocupación que lacere su inocencia.

 Es cierto, pudimos constatar también como el recrudecimiento del bloqueo económico, financiero y comercial impuesto por Estados Unidos impactó en esta ocasión en la ausencia de algunas de las tradicionales golosinas tan codiciadas por los pequeños, mientras que en otros lugares las cantidades ofertadas no pudieron llenar las expectativas, no obstante el ingenio popular y el empeño del Gobierno por paliar las dificultades, sortearon con éxito la jornada.

 Y mientras disfruto de esta fecha con parte de mis nietos no puedo evitar sustraerme a lo reflejado en el informe del Estado Mundial de la Infancia emitido en abril del presente año por la UNICEF.

 En su texto se trata de visibilizar a millones de niños que por su estado de vulnerabilidad  no tienen la posibilidad de asistir a un centro de salud o beneficiarse de una campaña de vacunación.  Solo entre los años 2019-21, cita el informe, 67 millones de niños han quedado expuestos a diversas enfermedades prevenibles.

 Esas cifras que aunque no le ponen rostro a la dramática situación, culpa de lleno a la marcada desigualdad, la pobreza y la escasez de servicios públicos en cada una de las comunidades del planeta, con énfasis en las rurales.

No pretendo llenar de cifras alarmantes este trabajo, quienes quieran profundizar en la problemática podrán acceder al informe publicado en las redes sociales, solo  destacar cómo, a pesar de las limitaciones económicas derivadas en buena medida por las medidas hostiles contra Cuba y las secuelas de la batalla contra la COVID-19, nuestra infancia no está expuesta a  las calamidades descritas y goza hoy de garantías de un futuro digno.

 Este 16 de Julo, la Mayor de las Antillas, aún bajo el fuego de una brutal batalla mediática en la cual los medios de desinformación masiva al servicio del imperio llenan de falsas noticias los mayores espacios de las redes sociales y las páginas amarillas de medios incendiarios, celebra  la fecha con sus niños vacunados contra la COVID-19, y con las garantías de una educación y salud gratuita que no por vilipendiadas  son menos efectivas. 

Los odiadores de siempre podrán manipular la fecha, esconder las imágenes y hasta trucarlas como suelen hacer, pero la realidad está en nuestras calles, nuestros barrios, nuestras comunidades, y allí los niños fueron y son felices.