Una visita imprescindible

 Hay días que son imborrables, que perduran en el tiempo y marcan un antes y un después, uno de esos lo viví hoy durante mi primera visita al Centro Fidel Castro Ruz, junto a un grupo de jóvenes del Ministerio de Justicia. 

Durante el recorrido por los distintos salones constatamos la conexión de Fidel con José Martí, el respeto que siempre le profesó a la obra del Apóstol; su posición de principios ante la religión y su amistad con Fray Betto.

 Allí, ante la exposición de la Orden José Martí- la más alta condecoración otorgada por Cuba- conocimos que Fidel rechazó recibirla porque no se consideraba a la altura del también Héroe de la Independencia.

Visiblemente emocionados, los visitantes conocieron anécdotas, para algunos inéditas, de los valores humanos que caracterizaron al Fidel adolescente, de su estrato social, de su pasión por los más desposeídos.   

En poco más de una hora asistimos a los momentos más importantes de la nación cubana, escuchamos a nuestro Líder predecir la caída del campo socialista y la desintegración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y ante ese escenario, que deseó no ocurriera nunca, afirmó que esta pequeña Isla lucharía y resistiría.

 Al concluir la visita nos quedó el deseo insatisfecho de conocer más, de profundizar en la vida y obra de una de las personalidades más importantes de nuestra historia, pero salimos también con la certeza  de que aprendimos a valorar con mayor objetividad, si esto fuera posible, la altura y los valores que acompañaron a Fidel durante toda su existencia.

 Vaticinó que moriría a los 90 años y partió el 25 de noviembre, fecha coincidente con su salida  de Tuxpan hacia Cuba para reiniciar la lucha libertaria.

 El Centro para el estudio  de la obra de Fidel no es un museo, ni se escogió por su vinculación directa con el Comandante, es una casa con un alto valor patrimonial y referente obligado para quien quiera conocer de cerca la figura de nuestro Líder.