Desembarco del Granma: Inicio del fin de una sangrienta dictadura.
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Hacen hoy 68 años en que 82 personas en un pequeño yate llegaron a las costas cubanas para cumplir la palabra empeñada por Fidel de “ser libres o mártires”.
El 2 de diciembre del año 1956 los expedicionarios, con Fidel al frente, más armados de sueños y determinación que de fusiles, llegaron a las costas cubanas para proseguir la lucha contra la tiranía de Fulgencio Batista.
La historia es conocida. Retrasos por el mal tiempo y la caída de un combatiente al agua, impidieron llegar en la fecha prevista y aprovechar el alzamiento del 30 de noviembre en Santiago de Cuba para desembarcar y llegar hasta la Sierra Maestra.
Sin embargo, este día marcó el principio del fin de la sanguinaria dictadura. Atrás quedaron las adversidades, la desagradable sorpresa de Alegría de Pío, los asesinatos posteriores, casi calco de lo sucedido con los prisioneros del Moncada, pues la llama de la Revolución estaba encendida y ya era imposible apagarla.
Con el triunfo del Primero de Enero del año 1959 y como reconocimiento al reinicio de la lucha de independencia, se escogió el dos de diciembre para homenajear a las Fuerzas Armadas Revolucionarias.
Y no podría ser más simbólica la efeméride porque ese hito, abonado con la sangre fértil de tantos y tantos buenos cubanos, germinó el camino de la libertad y posibilitó el nacimiento de una Cuba distinta, libre y soberana, sin botas extranjeras que la pisoteen y la humillen.
Reciban nuestros gloriosos combatientes el más ferviente reconocimiento de los trabajadores del Ministerio de Justicia y estén convencidos que las vidas sesgadas en la flor de la juventud y que abonaron las gloriosas páginas de nuestro martirologio, nos obligan, hoy más que siempre, a permanecer unidos y alertas para salvaguardar nuestras conquistas. Para jamás traicionar su legado. Para no dejar morir a Fidel.
