Cuando percepción de riesgo y responsabilidad suenan a frases vacías

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Covid-19 La Habana
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Por Enrique Valdés

A lo largo de mi carrera y  desde la aparición de algunas de las enfermedades de trasmisión que en mayor o menor medida han azotado al país  la palabra Percepción de Riesgo pasó, casi sin darme cuenta, a formar parte de mi vida.

Sería imposible enumerar la cantidad de veces que la plasmé en mis artículos y reportajes, hasta que un día mientras releía lo escrito, por primera vez dudé en utilizarla pues temía  que la manida frase se hubiera convertido en un slogan vacío.

Hoy tengo la misma impresión. Pero además tengo que utilizarla a pesar de todo porque esa falta de percepción de riesgo está constando vidas, enlutando hogares y echando por tierra el esfuerzo de todo un país por impedirlo.

 Mientras hablaba con un grupo de personas en una de las tantas colas que en este momento forman parte de nuestra realidad más inmediata, en la mayoría de las personas- para no pecar de absolutos- estaba impuesta la certeza de que ellos eran de alguna manera invulnerables.

La Responsabilidad individual a la cual convocó la Isla durante la apertura de la primera de las tres fases recuperativas diseñadas, desempeñaba un rol esencial, por eso cuando percepción de riesgo y responsabilidad decidieron marcharse de vacaciones al país del nunca jamás, la COVID-19  rebrotó.

Hoy estamos abocados a nuevas medidas restrictivas, necesarias para lograr el aislamiento físico que ponga fin a la cadena de trasmisión que desde hace unas semanas convirtió a La Habana en el epicentro de la pandemia.

 A partir de hoy, primero de septiembre, esas medidas formarán parte de la cotidianidad de los capitalinos, se reducirá drásticamente la movilidad, se prohíbe la circulación de siete de la noche hasta la cinco de la mañana; se limita el número de vehículos estatales y privados en la vía y se potencian esos recursos para la necesaria trasportación de las mercancías y el personal imprescindible para mantener la vitalidad de la ya golpeada economía.

Ante la evidente irresponsabilidad de una parte de la sociedad y las reiteradas indisciplinas sociales con las que se ha convivio en la urbe capitalina Reinaldo García Zapata, gobernador la  provincia de La Habana anunció además las rigurosas medidas disciplinarias que se aplicarán contra los violadores, las cuales incluyen una sustancial elevación de las cuantías de las multas y la reducción de los términos para honrarlas. 

A partir de la entrada en vigor de esas anunciadas medidas estarán sujetos a su impacto los que desde hace algún tiempo hacen un uso incorrecto del nasobuco, o quienes sencillamente han decidido no utilizarlo.

También otra práctica entronizada  como la desaparición de los pasos podálicos, soluciones de agua clorada o alcohólica en las entidades estatales, de servicios a la población, formas no estatales, así como las asociaciones no gubernamentales, algo que en los inicios se cumplió con mucha fuerza y después se relajó en el tiempo.

Igualmente serán objeto de severas sanciones quienes permanezcan  en áreas de estar, parques y vías públicas fuera de los horarios establecidos; quienes utilicen  las áreas culturales y deportivas o realicen ejercicios, juegos o hagan estancias en la vía pública.

Responderán con todo el rigor de la ley los padres o tutores de los menores de edad o adultos con alguna discapacidad que se encuentren en la vía pública, parques u otras áreas.  

Y se sancionarán aquellos que a pesar de las observancias vigentes mantengan locales, instalaciones gastronómicas o de servicios abiertas fuera de los horarios establecidos para cualquier forma de gestión.

También se prohíbe y sanciona cualquier tipo de fiesta; así como la ingestión de bebidas alcohólicas en lugares públicos.

A estas regulaciones llegamos de la mano de esa perdida percepción de riesgo. Hoy la contención de la epidemia pasa por rescatar ese concepto e inyectarlo de la necesaria responsabilidad que debe primar en cada ciudadano, que al menos si decide no pensar como país, tal y como convocó el Presidente cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez, al menos  lo haga pensando en cada uno de sus seres queridos.

Las cifras de enfermos críticos, graves o de los muertos son algo más que números, son seres humanos que en algún lado de la nación están sufriendo por ellos y confiando en que el sistema de salud cubano pueda salvarlos.

lp/minjus

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