Invasión mercenaria por Playa Girón

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Ministerio de Justicia
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Otra bofetada norteamericana contra el Derecho Internacional

 

Ahora que se ha puesto de boga el slogan del respeto al Derecho Internacional y los países imperialistas- principales violadores de los Derechos Humanos- imponen sus condiciones en la comisión de las Naciones Unidas dedicadas al tema, es bueno, un día como hoy, recordar uno de las tantas violaciones a esos mismos preceptos estimuladas y financiadas contra Cuba por parte de Estados Unidos.

 

Según documentos desclasificados y declaraciones de importantes personalidades vinculadas a la política norteamericana, la participación directa de ese país en la invasión mercenaria por Playa Girón en abril del año 1961 contra la Isla es pública y notoria.

Visto a la luz del Derecho Internacional y el Derecho Humanitario Internacional las acciones de terrorismo de estado practicadas por esa potencia contra la pequeña ínsula pudieran calificarse como crímenes de guerra, aunque por supuesto a los principales criminales, por aquello de que el poder manda, nadie los ha sentado nunca en el banquillo de los acusados.   

Y llama la atención que mientras los presidentes yanquis de una u otra manera predican moral en ropa interior y claman hipócritamente por el respeto a esos Derechos, en el caso de Cuba, por solo ceñirnos a ese ejemplo,  nunca han respetado ninguno de los cuatro Convenios de Ginebra rubricados desde el año 1949 con sus Protocolos Adicionales,  Los refrendados en La Haya, ni los tratados relativos a la conducción de las hostilidades, por solo enumerar algunos de los más importantes.

 Ninguna de las normativas internacionales ni las regulaciones  referente a los conflictos entre las naciones han impedido al poderos vecino conspirar sin descanso  para derrocar al gobierno constitucional de Cuba por cualquier vía.

 La invasión por Playa Girón en el año 1961 es un  vivo ejemplo.

La artera agresión y posterior desembarco de los grupos mercenarios fuertemente armados sin declaración de guerra alguna, constituye una muestra palpable del irrespeto estadounidense  hacia  las normas internacionales vigentes.
 

Incluso, previo a esa acción y como parte de la preparación para la cobarde agresión  el 15 de abril fueron bombardeados sorpresivamente los aeropuertos militares de Ciudad Libertad y de San Antonio de los Baños;  así como el aeropuerto civil de Santiago de Cuba, violándose el artículo primero de la Convención relativa al rompimiento de las hostilidades, de La Haya, 18 de octubre de 1907, que obliga a las potencias en conflicto a emitir una notificación previa al rompimiento de las hostilidades.

 Se quebrantó también el Reglamento relativo a las leyes y costumbres de la guerra terrestre, de La Haya, de igual fecha,  el cual aclara que de las prohibiciones establecidas por Convenciones especiales, está particularmente prohibido: el uso indiscriminado, entre otros, del pabellón nacional o las insignias militares y el uniforme del enemigo…  ¿Acaso alguien olvida que los aviones mercenarios volaron bajo el falso ropaje de las Fuerzas Armadas Cubanas y los signos patrios de la nación?  

   

¿Cómo es posible que un país como Estados Unidos que desde el año 1955 se comprometió con lo refrendado en estos documentos desconociera sus interioridades y de la manera más artera y cobarde se valiera de esos artilugios para tratar de sembrar la duda sobre los verdaderos protagonistas del hecho y generar desesperación en el pueblo?

Ese 16 de abril de 1961 fueron pisoteadas  todas las legislaciones opuestas a la guerra secreta y terrorista y del articulado que prohíbe atacar o bombardear, ciudades, aldeas, habitaciones o edificios que no estén defendidos.

  ¿Acaso alguien desconoce que la metralla yanqui-mercenaria cayó sobre edificaciones civiles matando o hiriendo a ancianos, mujeres y niños? ¿Habrá que volver a viralizar en las redes sociales  la imagen de los medios de trasporte de la Cruz Roja- debidamente señalizados y en cumplimiento de su función humanitaria- que fueron salvajemente ametrallados por los mercenarios y cobraron la vida de heridos y enfermos? ¿Estaban o no esos medios protegidos por el primer Convenio de Ginebra?

 Y qué decir de la tristemente célebre brigada de asalto 2506,que proveniente de Puerto Cabezas, República de Nicaragua, desembarcó por distintos puntos de la Isla, y entre otras mortíferas armas utilizó las bombas de napalm de manera indiscriminada, armamento que por su alto grado de letalidad estaban prohibidos desde el siglo XIX. ¿Quién sino el gobierno norteamericano puso en manos de esos criminales a sueldo esos genocidas pertrechos?

Y si la paternidad del crimen ofreciera alguna duda, más válida que una prueba de ADN está el  reconocimiento del entonces presidente estadounidense, John F. Kennedy, de su responsabilidad en la invasión.  Estados Unidos fue el padre de la agresión y junto con sus “hijos” de la 2506 convirtieron en papel higiénico las Convenciones de Ginebra y La Haya con todos sus protocolos.

 

Hoy que el mundo casi está abocado peligrosamente a una conflagración mundial y los alabarderos de la guerra se disfrazan de cordero para satisfacer sus apetitos imperiales, mientras no ocultan tampoco sus ambiciones de derrotar a la Revolución cubana, es bueno recordar que el 19 de abril devino la primera derrota del imperialismo en América, pero que después de esa fecha se han recrudecido las acciones violentas y cerrado el cerco del bloqueo económico, financiero y comercial contra la Isla. Violaciones del Derecho Internacional y del Derecho Internacional Humanitario que se ejecutan en pleno siglo XXI con total impunidad.

Etiquetas
Playa Girón
Fuente
Enrique Valdés

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