Algo así como una garantía de abrazar el futuro

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Ministerio de Justicia
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Ahora que el Proyecto del nuevo Código de las Familias es sometido a Consulta Popular recuerdo una vez  que, entre las numerosas cartas llegadas a la redacción, unas pocas sobresalían por la carga humana y el dolor que encerraban.

 Entre esas había una enviada por dos abuelos que después de entregarse por entero al cuidado de su nieto, de la noche a la mañana se vieron privados hasta del más mínimo contacto.  Pedían una cita y de inmediato les contesté.

Todavía tengo en la mente aquellas dos diminutas figuras perdidas casi en la amplitud de los sillones de la recepción  y aplastados  por la tristeza que cargaban.

 Perdone usted periodista, dijo la señora, estamos nerviosos y ya casi no nos quedan puertas que tocar, esta es nuestra última esperanza por favor no la cierre del todo.

 Y entonces se destapó el torrente. Mientras la abuela lloraba, el abuelo extrajo de un maletín un álbum de fotos, corazones pintados en papeles arrugados por el tiempo y el uso, y postales, todo ese legado era algo así como una prueba de infinito amor. Pero eso casi no pudieron decirlo. El señor rompió en llanto también.

Más calmados, pero aún  con la voz entrecortada, narraron cómo después de que su hijo abandonó el país, la nuera  les negó el acceso al muchacho. “rogamos, imploramos y  en la desesperación hasta amenazamos con recurrir a la ley, pero nada surtió efecto y ya no nos quedan casi fuerzas para continuar, dijo la anciana.

 Sin conocer el rol que la prensa pudiera  desempeñar en este sensible asunto, me comprometí a brindarles una respuesta lo más rápido posible, aunque dejándoles saber que la solución del problema no estaba en mis manos. 

 Apenas se fueron con su angustia a cuestas busqué asesoría legal. El código de Familia, todavía vigente,   no se pronuncia al respecto, pero por la vía de los Tribunales Populares podrían abrirse una brecha a la esperanza.

A instancias de especialistas de la materia contrataron a un abogado, quien sensibilizado con el asunto se involucró de lleno en el caso.

Fueron días muy largos. Recuerdo que al llegar a la redacción vi los dos abuelos aguardándome y por un instante pensé que habían perdido el caso pues al verme avanzaron hacia mí anegados otra vez en llanto y agitando lo que a todas luces era una sentencia del Tribunal.

 ¡Ganamos periodista! ¡Ganamos! Por suerte esta vez lloramos todos de alegría.

 El Tribunal Provincial Popular de La Habana,  sustentado en la Convención del Derecho del Niño, de la cual Cuba es parte, resolvió a favor del mejor derecho del menor, devolverle la posibilidad de abrazar y compartir sueños con sus abuelos paternos.

Y traigo a colación este verídico relato porque precisamente uno de los aspectos más novedosos del Proyecto del Códigos de las Familias es el de los derechos de los abuelos a compartir con sus nietos.

Si en aquel entonces nuestra legislación hubiera contado una normativa tan inclusiva como la que hoy se somete a la consulta popular estas dos personas no hubieran tenido que transitar por un camino tan espinoso.

Hoy que mi cabeza está adornada de esas hilachas blancas identificadas como canas y por las en ocasiones adoloridas rodillas el retozo de mis nietos se me antojan un bálsamo sanador, no puedo imaginar siquiera que alguien un día intente privarme de ellos.

 Es verdad que el Código de las Familias es mucho más que este asunto, que su alcance viene a llenar vacíos legislativos conformados con el desarrollo de la sociedad, pero si tan solo fuera por este sensible derecho que alcanzaré cuando concurra a las urnas, no lo dudo, con mi voto a favor será algo así como una garantía de abrazar el futuro.  

Etiquetas
Código de las Familias
Fuente
Enrique Valdés

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