“Aroma de Mujer”
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Cuan necesarias han sido las mujeres para la Revolución. Cuan edificante ha sido su presencia en todos nuestros logros y conquistas. Pensar en su figura es imaginar a cada mambisa que empuñó su alma, sus días y sus sentimientos por alcanzar la independencia de Cuba; es recordar a Ana Betancourt abogando en Guáimaro por la redención de las mujeres; es imaginar a Mariana Grajales limpiando sus lágrimas y, cuestionarnos, como decía el Apóstol ¿Qué había en esa mujer, qué epopeya y misterio había en esa humilde mujer, qué santidad y unción hubo en su seno de madre, qué decoro y grandeza hubo en su sencilla vida, que cuando se escribe de ella es como desde la raíz del alma, con suavidad de hijo, y como de entrañable afecto?
Es pensar en Haydée y Melba, como estirpes inquebrantables de gallardía revolucionaria, siendo heroínas no solo del Moncada, sino de cada batalla que conquistó el Ejército Rebelde. Y qué sentir cuando pensamos en Celia, flor autóctona de cubanía, de compromiso, de entrega desinteresada a las causas justas, de apoyo imperecedero a la Revolución; cuando recordamos a Vilma con su sencilla sonrisa, con su rostro de ternura, llena de pueblo y rodeada de pueblo, siendo la Vilma alegre que empuñaba su fusil, el motor impulsor de grandes obras que hoy perduran y que no morirán jamás.
Hoy en Cuba sigue latente y pujante el pelotón de las Marianas, en cada doctora o enfermera, en cada maestra, en cada atleta, ingeniera, en cada cubana que ama y siente como casa a esta bella isla, y en especial, en cada jurista que lleva en si raigambre histórica, revolucionaria y socialista, en las cuales se pone en alto el orgullo de toda la Patria, es en nuestro sistema de justicia, donde la Revolución encontrará siempre, aroma de mujer.
Autora:
Gisell Cruz.
Experta en Derecho.
Dirección de Asesoramiento Jurídico. Ministerio de Justicia.