Proyecto Quisicuaba: Una experiencia enaltecedora

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MJ
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Mi idea de que participaría de uno más de los tantos trabajos voluntarios realizados a lo largo de mi vida cambió de manera radical apenas 10 minutos después de haber llegado junto a mis compañeros del Ministerio de Justicia al campamento agropecuario Quisicuaba, ubicado en el municipio de San Antonio de los Baños.

 No nos esperaba nadie con machetes ni guatacas ni complicadas herramientas de trabajo, sino el doctor Enrique Alemán Gutiérrez con una amplia sonrisa y un fuerte apretón de manos.

 El sitio es idéntico a los tantos paneles utilizados hace unas décadas en las llamadas escuelas o preuniversitarios en el campo, solo que allí ahora no había estudiantes esforzados por asaltar el futuro, sino habitantes de la calle reencontrándose nuevamente.

 “Este forma parte un grupo de proyectos desarrollados por la institución religiosa con apoyo de  gobiernos municipales y tiene entre sus objetivos ayudar a autoabastecer el Comedor Social ubicado en la sede de la institución en el municipio de Centro Habana,”  dijo Yadelki Hernández Morales, directora del campamento.

En la actualidad, explicó la directiva, el comedor atiende a más de cuatro mil personas, parte de ellas, de manera voluntaria y siempre que se acojan al reglamento, pasan a ser convivientes  de este Centro de Vida Asistida.

 “Aquí ya tenemos a 103 acogidos que son  atendidas por un equipo multidisciplinario y aunque no tienen la obligación se sumarse a las labores agrícolas o las tareas productivas, muchos ayudan en lo que pueden, mientras otros prefieren descansar en los bancos al sol, jugar dominó o ajedrez, o simplemente disfrutar de la programación televisiva”.

 Todos, afirmó Hernández Morales, participan además de charlas educativas que los ayudan a sociabilizar con sus nuevos compañeros  y a rescatar mejores hábitos de vida, y de ellos depende si deciden permanecer en el lugar o retornar a su antigua vida.

Mientras desarrollábamos la labor productiva a la que en definitiva fuimos, no pude despojarme del ropaje del periodismo que ya siempre me acompaña, y dediqué miradas de gratitud a muchos de aquellos seres humanos que indistintamente eran atendidos por algunas de las enfermeras o por el equipo de bienestar psicológico.

 El Proyecto está formado también por un módulo pecuario compuesto por varios tipos de animales y una parte de sus 70 hectáreas sembradas de viandas y hortalizas.

 Tanto el doctor Enrique, como suelen llamarle, como la directora del campamento coinciden en reconocer el apoyo del Ministerio de Justicia, tanto en la parte productiva como en la atención jurídica que le presta al Programa.

 Incluso, señalaron, hace un tiempo les apoyó con un notario para celebrar una boda entre dos de los acogidos, quienes después de ese hermoso acto oficial, pasaron a vivir solos en uno de los cubículos.

Casi al borde de la tarde, prestos a abordar los ómnibus que nos traerían de regreso a nuestra cotidianidad, lancé una mirada más profunda a todo el panorama productivo que se levantaba ante mí y me despedí  de Carlos Manuel, un acogido de 66 años de edad, fundador del programa, que después de ser profesor de Inglés por mucho tiempo, se dedicó a otras labores y concluyó deambulando por las calles.

 Su historia es todo un canto a las posibilidades de inserción de una parte de nuestra sociedad que, por distintos motivos, perdió un día el rumbo y la esperanza.

Etiquetas
Proyecto Quisicuaba
Fuente
Enrique Valdés

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