Una flor para mi Camilo eterno

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MJ
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Tenía apenas seis años cuando el trágico suceso por tanto la presencia física de Camilo Cienfuegos Gorriarán por mi vida fue breve. Excesivamente breve.

 Sin embargo 66 años después todavía recuerdo aquellos días aciagos de búsqueda intensa, de dolor de pueblo, de esperanzas y fe.

 Observaba el rostro ajado de mi abuela o el ceño fruncido de mis padres cuando las noticias, o más bien la falta de ellas hacían presagiar lo peor. Y ese dolor intrínseco marcó para siempre mi rumbo.

 Mentiría si dijera que en ese corto tiempo aprendí a conocerlo bien. Eso es imposible. No obstante, el amor sembrado en su pueblo fue tan fértil que a su paso parecían florecer retoños de simpatía y rosas de cariño. Por esa razón lloré aquel día en que una nota desmintió su aparición. Por eso año tras año, salvo forzadas excepciones, lanzó mi flor al mar con la convicción profunda de que su aroma ayudará a preservar para siempre su hermoso legado.

Porque ese gran patriota que el 28 de octubre del año 1959 enlutó con su desaparición a todo su pueblo supo asaltar con éxito la cima de los corazones de mi generación y la de mis padres y abuelos y ganarse por mérito propio un lugar preferencial en la historia de Cuba.

Cada año también, por esta fecha, alabarderos de lo imposible intensifican sus pronósticos apocalípticos contra la Revolución cubana, inventan historias y tratan de sembrar dudas con el afán de dividirnos, porque ese mar de pueblo que a lo largo de la isla le rinde homenaje sabe que Camilo, con su sombrero Alón y su fusil al hombro se mantiene vigilante.

 Y es que el Señor de la Vanguardia, como también suele conocerse, está atento y presto a guiarnos por la senda del triunfo contra los enemigos de entonces… contra los enemigos de siempre.

 Desde niño solía preguntarme cómo es posible que una persona, en tan corto haya dejado un legado tan profundo. Y en la búsqueda de esa respuesta me adentré en libros de texto, entrevisté a algunos de sus conocidos, bebí de la impronta de sus misivas.

 Entonces lo entendí: Camilo es pueblo, cubanía, patriotismo, entrega. Es todo un símbolo de la fidelidad a la Revolución y a su patria. Por eso está vivo. Por eso es eterno.

 

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Camilo
Fuente
Enrique Valdés
    • mj

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