De vuelta a las aulas
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Amanece temprano. La habitual tranquilidad de las mañanas de tiempo de pandemia ahora se rompe tras el bullicio de cientos de niños “armados” con mochilas y libros. Es 15 de noviembre y Cuba retorna a una nueva normalidad. Los estudiantes retornan a sus aulas.
Pañoletas azules y rojas colorean el entorno. Algunos llegan sin uniforme pues tras casi dos años de ausencia han crecido y desarrollado tanto que ya no caben en las antiguas prendas. Pero ahí están, contentos y felices.
Hay abrazos, apretones de manos. Encuentros efusivos. Los mayores alertan que la nueva normalidad significa aprender a vivir con la COVID-19 y para eso es necesario preservar las medidas de higiene y el distanciamiento físico.
Aún no suena el timbre de la entrada. Los padres aprovechan el impase para conversar también. No faltan anécdotas de quienes lograron sobrevivir al peligroso coronavirus ni de los otros que, por suerte, lograron hasta ahora escapar a la fatídica epidemia.
Tampoco faltan historias de vida cargadas de hermosa solidaridad, agradecimiento a las maestras que en estos difíciles tiempos se dieron su vuelta para ayudar a los alumnos y los cuentos de aquellos que tuvieron la oportunidad de compartir en parques infantiles y en desestresantes paseos.
Esta mañana de noviembre Cuba se abre a la nueva normalidad después de derrotar el último rebrote del SARS COV 2. Suena el timbre de entrada. La escuela abre sus puertas y comienza el andar de los muchachos hacia la cotidianidad de los sueños posibles. Los padres agitan los brazos en señal de un hasta luego y con la tranquilidad de siempre marchan hacia sus labores diarias.