El Fidel que vive en el legado de su ejemplo

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MJ
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Hoy 25 de noviembre, a nueve años de la partida de Fidel hacia lo más alto del podio de nuestra historia, es válido preguntarse  ¿Qué escribir de nuestro Comandante en Jefe  que pudiera parecer original? ¿Cómo hablar de sus múltiples hazañas sin recurrir a los apelativos que lo elevaron a la categoría de símbolo?

Y aunque imposible reflejar en unas simples cuartillas su enorme peso en la historia, es  imprescindible enfatizar en su obra porque ella fue quien lo hizo eterno.

Es por ello que no escribimos para recordar a Fidel ¿Cómo hacerlo si nunca nos ha faltado? ¿Cómo hablar de desaparición  física si a diario bebemos de su sapiencia y comprobamos la enorme vigencia de su pensamiento y su ideario? ¿Cómo podría pasar desapercibido  alguien que siempre viaja a nuestro lado?

 Fidel es único e irrepetible. Fidel es eterno. Fidel es Fidel y para estar  a su altura habría que desandar los empedrados caminos del Moncada,  sobrevivir a los peligros que lo acecharon en el mal llamado Presidio Modelo de la entonces Isla de Pinos, retornar a la patria en el Yate Granma, sobreponerse al revés de Alegría de Pio, vencer a un poderoso ejército profesional  y protagonizar una Revolución Socialista  aún en medio de la hostilidad creciente  de Estados Unidos.

Cómo no recordar al invicto Comandante en Jefe que  en Girón desafió el peligro y marchó como el que más al campo de batalla, a quien en medio de tormentas o ciclones estuvo siempre presente  junto a su pueblo, al líder que sacó del anonimato el nombre de Cuba y lo elevó a alturas inconmensurables, al hombre sensible amante de los niños y de los desposeídos de siempre.

En este aniversario es bueno repasar su quehacer y aporte a la justicia, retomar el alegato de defensa conocido como La historia me Absolverá  porque además de su total vigencia, cada uno de sus párrafos constituye  un llamado a no olvidar jamás lo que podría suceder si la Revolución se perdiera. La Cuba de antes de 1959 era una aureola de luz para una élite a la cual no le importaba el  bienestar de la población. Y eso es bueno no olvidarlo, pues desde el trillado camino de la desmemoria los traidores a la patria siembran la semilla de la desunión con la esperanza de recolectar los privilegios perdidos aunque eso condene al ostracismo al país que dicen amar.

También durante su quehacer como jurista a dedicó buena parte de la vida al empeño de forjar un mundo más equitativo  y más justo y a quebrar los tradicionales cánones establecidos en el Derecho de su época para utilizarlos como instrumentos a favor del pueblo.

Y fue así, en ese contacto con la realidad más cruda de una sufrida nación, donde se identificó para siempre con las necesidades de los sectores más humildes y se propuso revertir ese proceso con la aplicación, entre otros aportes, de la utilización del Derecho preventivo como arma para combatir el delito.

Su proyección internacional  lo llevó a encabezar la lucha contra lo que denominó la deuda eterna, el coloniaje imperial, la desigualdad social.  Cómo no admirar la sencillez y modestia con las cuales impuso su autoridad moral en los podios de la Asamblea General de las Naciones Unidas, así como la memorable comparecencia en la cual alertó, desde esa tribuna, de los peligros cada vez son más crecientes del cambio climático.

 Los cubanos de aquella generación, que tuvieron el privilegio de acompañarlo, no pueden olvidar tampoco su protagonismo en la larga batalla por el regreso del niño Elián González y el de los héroes prisioneros del imperio por luchar contra el terrorismo a Cuba,  batallas que, aunque extremadamente difíciles, con el apoyo de su pueblo logró imponerse. 

Quizás esas sean algunas de las razones por las cuales es necesario recurrir a Fidel, a su ideario, a su claridad infinita y a su voluntad de vencer cualquier dificultad por compleja que fuera, para que las nuevas generaciones, sometidas hoy a la guerra mediática impuesta por  los medios de desinformación masiva al servicio del imperio, encuentren en su pensamiento y su obra la fuerza para vencer a esa agresiva política.

Pero igualmente evocamos al líder, al hombre, al héroe, al eterno Comandante, porque sentimos que en tiempos de crisis y peligros necesitamos de su altura y prestigio para impulsar a quienes  bebiendo en su ejemplo retomaron las banderas de la Revolución y continuaron su misión.

 Por todo ello los trabajadores del Ministerio de Justicia, conscientes de que la mejor manera de rendirle tributo a su inmortal ideario es seguir construyendo este modelo de nación que nació y creció de sus sueños, imperfecto, como toda obra humana, pero dialécticamente perfectible como siempre lo demostró, juran fidelidad eterna a la nación y defender el legado de su eterno Comandante en Jefe.

Etiquetas
#100AñosConFidel
Fuente
Enrique Valdés

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