Pese a severas presiones norteamericanas
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Asamblea General de la ONU aprueba por inmensa mayoría resolución cubana contra el bloqueo
La Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas aprobó hace un instante por trigésima tercera ocasión y aplastante mayoría el fin del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos contra Cuba desde los primeros años de la década de los años 60 del pasado siglo.
Con 165 votos a favor, siete en contra y 12 abstenciones, el máximo órgano deliberativo de la organización mundial aprobó la resolución cubana que, entre otros principios, “reafirma la igualdad soberana de los Estados, la no intervención y no injerencia en sus asuntos internos y la libertad de comercio y navegación internacionales, consagrados en numerosos instrumentos jurídicos internacionales”.
Igualmente hace referencia a la Leyes Helms-Burton y Torricelli, las cuales promulgadas por Estados Unidos con efectos extraterritoriales laceran la soberanía de otros Estados, atentan contra la libertad de comercio y navegación, así contra los intereses legítimos de entidades o personas bajo su jurisdicción.
Previo a la votación el ministro de Relaciones Bruno Rodríguez Parrilla, al frente de la delegación cubana, denunció la intensa campaña de presiones y chantajes ejercida por el gobierno de Estados Unidos contra estados soberanos con el fin de tratar de impedir quedar aislado como ha sucedido en años anteriores.
La Resolución cubana contra el bloqueo, dijo el Ministro, ha sido aprobada por abrumadora mayoría durante más de tres décadas porque, entre otros aspectos, sus medidas de asfixia económica y sufrimiento impactan directamente contra la población.
Al respecto informó cómo tan solo entre los meses de marzo del año 2024 hasta febrero del año 2025 la mayor de las Antillas a causas de la genocida política perdió más de siete mil 556 millones de dólares, preguntándose cuanto más hubiera avanzado la Isla de poder disponer de esos recursos.
El bloqueo, dijo el Canciller cubano, “priva con saña a Cuba, en cualquier rincón del mundo, del uso de los sistemas bancarios para realizar cobros y pagos; priva de acceso a fuentes de financiamiento corriente; de capital de inversión; de remesas; de tecnología para la industria, la producción de alimentos, la infraestructura, el desarrollo científico y los servicios, incluyendo los más sensibles, como la salud”.
Rodríguez Parrilla aseveró que el propósito estratégico de la criminal política es el de derrocar el orden constitucional escogido en diversos referendos por la mayoría de los cubanos, mediante un estallido social.
Asimismo destacó, cómo algunos de los indicadores de salud se deterioran, entre esos el relacionado con la mortalidad infantil, el cual aunque sus números son destacados para un país en desarrollo y comparable con el de naciones industrializadas, es inferior a los parámetros alcanzados en años anteriores.
Habría que mentir, aseveró, como lo hizo el representante permanente de Estados Unidos durante su intervención, “para divorciar ese resultado del impacto que sobre el sostenimiento del sistema de salud tiene el bloqueo económico, como no se pueden separar de él los índices de esperanza de vida, mortalidad materna o disponibilidad de medicamentos altamente subsidiados para la población”.
Sin embargo, subrayó el Canciller, los daños del bloqueo no solo se expresan en números y perjuicios materiales, sino en la vida cotidiana de los cubanos, ninguna persona, familia o sector escapa a sus efectos cotidianos y devastadores, abundó.
El bloqueo contra Cuba constituye una flagrante violación del Derecho Internacional. De una u otra manera esa política, defendida y sustentada por la Doctrina Monroe, deviene intento de los gobernantes estadounidenses para tratar de mantener a la América Latina como su traspatio y disponer de ella a sus antojos.
El caso de Cuba escapa a cualquier lógica humanitaria. De enfermizo pudiera considerarse el declarado objetivo de los gobernantes estadounidenses de rendir por hambre a la población, política utilizada desde una época tan lejana como el de la gesta independentista del año 1895 cuando el secretario de Guerra norteamericano dictó las conocidas Instrucciones de Breckenridge, refiriendo “que la anexión inmediata de la Isla con elementos tan perturbadores y en tan gran número, sería una locura, y antes de plantearla debemos sanear ese país, aunque sea aplicando el medio que la Divina Providencia aplicó a Sodoma y a Gomorra.
“Habrá que destruir cuanto alcancen nuestros cañones, con el hierro y con el fuego; habrá que extremar el bloqueo para que el hambre y la peste, su constante compañera, diezmen su población pacífica, y mermen su ejército; y el ejército aliado habrá de emplearse constantemente en exploraciones y vanguardias, para que sufran indeclinablemente el peso de la guerra entre dos fuegos, y a ellas se encomendarán precisamente todas las empresas peligrosas y desesperadas…, nuestra política se concreta a apoyar siempre al más débil contra el más fuerte, hasta la completa exterminación de ambos, para lograr anexarnos la Perla de las Antillas” recogía el citado texto.
La Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en el año 1974, calificó como guerra económica el instante en que un estado interviene en la vida económica del otro mediante medidas de presión como el bloqueo o boicot y prohibió en su Artículo II, Apartado cuatro, la agresión económica entre sus estados miembros.
Bajo esos principios aprobados por la comunidad internacional en su máximo foro nos preguntamos ¿es legal el bloqueo norteamericano contra la Isla? ¿Acaso bloqueo o embargo, como ellos prefieren llamarle, no viola lo estipulado en el Derecho Internacional Humanitario, en la Declaración de los Derechos Humanos, la Carta de la ONU y en el artículo IV de los Convenios de Ginebra?
Los propósitos reales del bloqueo, justificaciones apartes, están en los documentos de los archivos de Seguridad Nacional desclasificados hace algunos años.
En ellos se privilegian las medidas destinadas a estrangular la economía antillana, con el objetivo, también explícito, de matar por enfermedad y hambre a su pueblo, sembrar el descontento en la población civil y minar el apoyo al proceso revolucionario.
Por todo eso y ante las declaraciones del representante de Estados Unidos durante su intervención en la ONU es bueno retomar la intervención del ministro de Relaciones Exteriores de Cuba calificándolo de “infame, amenazador, arrogante, mentiroso y cínico”
Desde este podio, recordó Rodríguez Parrilla, con espíritu mendaz este personaje vinculado al Secretario de Estado, las mafias de contratista militares y la claque política de Miami, con trató de ignorar que las leyes y normas de agresión económica norteamericana contra la Ínsula declaran abiertamente en ley la meta de restringir las relaciones comerciales, de inversión y crediticias de Cuba con todos los países y regulan legalmente la obligación de los diplomáticos estadounidenses a cumplir con ese mandato en sus contactos con funcionarios de los gobiernos a escala mundial.
No obstante, las presiones, los chantajes y el desprecio de Estados Unidos al espíritu de independencia e integridad territorial de las naciones, solo unos pocos se plegaron y la comunidad internacional dejó claro que el bloqueo es real, que está dirigido a cambiar el rumbo político escogido por los cubanos y que promover estas medidas unilaterales y de carácter extraterritorial es incompatible con la carta de la ONU y una flagrante violación del Derecho Internacional.


























