La Historia me Absolverá un legado con más vigencia que siempre

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MJ
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Hoy que en el mundo las campanas de la guerra doblan contra las palomas representativas de la paz y que, vaya paradoja, se le entrega un premio Nobel a una reconocida promotora  de intervenciones militares contra su país de origen, Venezuela, es bueno recordar que hace precisamente 72 años Fidel Castro Ruz inició su brillante alegato de defensa conocido para la posteridad como La Historia me Absolverá, durante el juicio al que fue en calidad de acusado por su rol en los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes el 26 de julio de 1953.

 Y es vital homenajear este importante hito cuando la “desmemoria” de algunos se esfuerza por desacreditar la inmensa obra construida con el triunfo revolucionario de 1959 y pretende borrar de golpe y porrazo las condiciones objetivas que llevaron a la Generación del Centenario, encabezada por Fidel a la lucha armada contra la tiranía de Fulgencio Batista, que llegó al poder tras un golpe de estado avalado de inmediato por el gobierno de Estados Unidos. 

En aquellos primeros años de la década de los 50 del pasado siglo, tal y como lo plasmó el Comandante en Jefe en La Historia me Absolverá, las estadísticas reconocían que en los campos de Cuba vivían más de 500 mil campesinos en miserables bohíos, condenados al hambre eterna junto a sus hijos porque el trabajo se reducía a cuatro meses y el resto era el tristemente célebre “tiempo muerto”, de tan dolorosa data para quienes lo sufrieron.

Tampoco es bueno olvidar que el 88% de esas ¿viviendas? Carecían de luz eléctrica, agua potable y por supuesto neveras o refrigeradores, pues el salario promedio  de esos campesinos no rebasaba los 25 centavos diarios para comer, vestir y calzar, por solo citar enumerar algunas  de las necesidades básicas.

 ¿Quién podría olvidar las imágenes de niños famélicos con barrigas hinchadas de parásitos y deambulando por las calles para tratar de arrancarle unos centavos a la miseria? ¿Cómo no tener presente en la memoria los llamados barrios marginales ajenos a una parte insignificante del lujo imperante en La Habana y asociada a la mafia norteamericana y la sanguinaria dictadura?

Por ahí andan los recortes de periódicos de la época, las películas que muestran el rol de la mafia en la política cubana y las fotos de esa miseria mayoritaria como remedio a la desmemoria.

Para nadie es un secreto que antes del triunfo revolucionario del año 1953, sobre todo en los últimos años previos, la dictadura de Batista asesinó a mansalva después de su captura a más de 60 jóvenes asaltantes de los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes;  hizo de la tortura y la desaparición de opositores un modo de gobierno;  robo las arcas públicas, malversó los fondos del estado y dejó sumido en la miseria a toda la nación.

No obstante  la prensa occidental no hace ni  una sola mención a esos crímenes y mucho menos existe condena pública por parte de Estados Unidos,  quien por aquel entonces quizás consideró que las víctimas de esa dictadura que apoyaba, no eran humanos ni merecían su atención.

Los enemigos de entonces son los mismos que hoy pretenden destruir este proceso, aunque con diferente lenguaje. Se cambian los roles y sus medios de desinformación masiva los pintan como los defensores de los más puros ideales de democracia y respeto a los derechos humanos, sin embargo ¿Cómo podrían los cubanos mirar a estos gobiernos norteamericanos como campeones  de los derechos humanos y  salvadores de la nación?  ¿Cómo creer que un estado obsesionado en rendir por hambre y enfermedad a un pueblo mediante el bloqueo económico, financiero y comercial  más largo de la historia, se preocupe por el bienestar de esas personas a las que pretende asesinar poco a poco?

 La Historia me Absolverá tiene hoy total vigencia. Cada uno de sus párrafos es un llamado a no olvidar jamás lo que podría suceder si la Revolución se perdiera. La Cuba de antes de 1959 era una aureola de luz para una élite a la cual no le importaba el  bienestar de la población. Y eso es bueno no olvidarlo, porque en el trillado camino de la desmemoria los traidores a la patria siembran la semilla de la desunión con la esperanza de recolectar los privilegios perdidos aunque eso condene al ostracismo al país que dicen amar.

 

Etiquetas
La Historia me Absolverá
Fuente
Enrique Valdés

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