El Fidel de todos los días
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El sábado 13 de agosto, temprano en la mañana, de la mano de mis nietos camino el barrio- mi pequeño pedazo de Cuba- donde a escala reducida se viven los mismos problemas y alegrías que en el resto de la nación.
Hoy, apenas salí a la calle supe que era un día diferente. En los parques aledaños los niños juegan, ríen y saltan mientras sus padres los cuidan y observan desde una pequeña fila en la cual se ofertan golosinas.
En otra de las esquinas los payasos alegran la jornada, estimulan juegos tradicionales y competencias intergrupos.
Todo es alegría.
Y es que un día como este, pero del año 1926 nació en Birán uno de los cubanos más importantes de la historia: Fidel Castro Ruz, en consecuencia, el pueblo, su pueblo, festeja este 96 aniversario.
Esta jornada a pesar de ser distinta, vaya paradoja, no es diferente a ninguna de las otras del resto del año. Es la misma gente, los mismos asuntos, las mismas problemáticas. Solo marca la diferencia este onomástico del líder histórico de la Revolución a quien los cubanos, que desde pequeños aprendimos a amarlo, desde el silencio de nuestros corazones le gritamos a viva voz Felicidades Fidel.
Mientras recorro el barrio y constato la alegría de amigos y vecinos me doy cuenta que cada uno de ellos festeja la fecha, más que desde la ausencia física del Comandante, desde su eterna presencia, su vitalidad y energía.
No puede ser de otra manera. Fidel está en nosotros, alienta ante los reveses, empuja hacia la victoria, convoca a imponerse a las dificultades. Y sobre todo demuestra con su ejemplo y su obra que todo ello es posible.
Desde el Ministerio de Justicia sus trabajadores, en general, han convertido la fecha en reflexión y análisis, y en conmemoración de ella interiorizan cuánto más puede hacerse para hacer buena la frase: ¡Yo soy Fidel!