El Fidel que cada día brilla más fuerte

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MJ
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Hace hoy ocho años que Fidel, el Líder Histórico de la Revolución Cubana, inició su ascenso hacia la inmortalidad.

Y lo afirmamos porque desde ese 25 de noviembre del año 2016 hasta la actualidad, no hay una sola ocasión en la cual su palabra exacta, su análisis certero, su guía y ejemplo le hayan faltado al pueblo de Cuba que lo ama y venera.

Fidel no murió ni tampoco desapareció físicamente, aceptarlo sería algo así como negar su inconmensurable legado y su presencia en cada batalla librada contra la desidia y la traición que, alimentada por los enemigos del norte, satanizan todo el proyecto revolucionario y tratan de ensombrecer el enorme significado que el ejemplo de Cuba representa para el mundo.

Recuerdo aquel memorable encuentro en la Plaza de la Revolución que inmortalizó con sus discursos, en el cual el Comandante nicaragüense Daniel Ortega preguntó: “¿Dónde está Fidel?” y un enardecido pueblo respondió: “¡Yo soy Fidel!”.

Eso solo es posible porque Fidel forma parte de nuestra cotidianidad y en los momentos más aciagos aparece convertido en millones y multiplicado en su obra social y su sentido de la justicia.

No puede soslayarse la labor que como jurista desempeño el Comandante en Jefe.

La historia me Absolverá, encendida denuncia pública que lo convirtió de acusado en acusador del sanguinario régimen del tirano Fulgencio Batista, mostró la valía de este revolucionario capaz de darle continuidad a la obra de otros grandes de la túnica como Carlos Manuel de Céspedes e Ignacio Agramonte.

Fidel trascendió como jurista por su fuerza y apego a principios como la lealtad y alto sentido de la justicia, vocación que lo llevó a dedicar su vida al noble empeño de forjar un mundo más equitativo y más justo, rompiendo los tradicionales cánones establecidos en el Derecho de su época para utilizarlos como instrumentos a favor de los desposeídos.

Incluso su legado criminológico logró revertir altos índices delictivos a partir del empleo del Derecho preventivo como arma para combatirlo.

No piensen los enemigos de siempre que, aunque hace ocho años no escuchamos sus largos y esclarecedores discursos, ni lo vemos en las habituales tribunas, ni llegar a los más recónditos sitios donde las fuerzas de la naturaleza mutilaron los esfuerzos de años, Fidel no está presente, porque se equivocan.  Basta con alzar la vista para verlo convertido en millones dispuestos a retornar a la manigua donde se iniciaron nuestras luchas redentoras.

Por todas esas razones nos negamos a dejarlo morir. Fidel está hoy más vivo que siempre y su pueblo lo acompaña erguido y con la frente en alto, conscientes de que más allá de la tierra o la simbólica piedra donde descansa, el Comandante en Jefe, el de todos los cubanos, observa desde lo más alto de las gloriosas páginas de la historia patria la valía de un pueblo que sabe sobreponerse a las adversidades y mantener viva su obra. 

Etiquetas
Fidel
Fuente
Enrique Valdés

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