Las lecciones de Jimaguayú

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Historia
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Si la desunión fue una de las causantes principales del fracaso de la Guerra de los Diez Años, después de la paciente labor desarrollada por José Martí para organizar la nueva etapa independentista,  este, al menos en principio, fue uno de los males que se previó con la fundación del Partido Revolucionario Cubano, concebido para dirigir la lucha contra la corona española que esclavizaba la Isla.
 No fue casual, que aunque los avatares del destino privó a la contienda de su principal líder el 19 de mayo de 1895, sus conceptos y principios lo sobrevivieran hasta el punto de que el 13 de septiembre de ese mismo año, se celebrara en la provincia de Camagüey,  la Asamblea Constituyente de Jimaguayú que dotó a la naciente República en Armas del gobierno encargado de dirigir los destinos de la guerra de independencia. 
 En los potreros de Jimaguayú, en el mismo sitio donde el Mayor Ignacio Agramonte perdiera la vida en combate contra el ejército español en la Guerra de los Diez Años un 13 de septiembre, volvieron a reunirse como homenaje al líder mambí los principales representantes de la actual contienda.
Tal y como sucedió en la Asamblea Constituyente de Guáimaro, aquí  volvieron a enfrentarse varios criterios referentes a la organización de la sociedad y los destinos de la guerra. En esta ocasión se debatieron tres proyectos: el defendido por Rafael Portuondo Tamayo y otros delegados orientales, quienes preferían la centralización de poderes que permitiría  a la dirección del ejército un número mayor de facultades compatibles con las instituciones de la República.
En aras de la unión se trató de consensuar las distintas posiciones aprobándose una fórmula que supuestamente satisfizo a todos pero dejó importantes lagunas que en un futuro no lejano obstaculizaron la marcha de la contienda.
Han pasado 126 años de aquel importante hito y su mensaje sigue vigente: Solo la unidad de los cubanos podrá preservar la integridad territorial y alcanzar la victoria contra un enemigo más poderoso. 
 Quien intente olvidar u obviar  esa máxima indispensable que nos legó la historia, estará facilitando el camino de los enemigos de la Patria y cediendo los principios de libertad e independencia al mejor postor. Y eso es inadmisible.

Etiquetas
Historia de Cuba
Fuente
Enrique Valdés

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