VALIENTES: La enfermera de Caibarién y el milagro de la vida

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Cuba Covid-19
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Por: Yunier Javier Sifonte Díaz

El Hospital Comandante Manuel Piti Fajardo de Villa Clara detuvo su actividad por un momento. Ya sea en los largos pasillos, en el patio central o incluso por las ventanas de las salas, todos querían ser testigos del momento. Yaquelín Collado, la mujer que Cuba conoce como la enfermera de Caibarién, está por fin de alta. Han pasado 59 días desde su llegada a la institución que le devolvió la vida.

Apareció por la puerta de una de las salas de cuidados mínimos del hospital, el lugar que la acogió luego de pasar 37 días en terapia intensiva, 30 de ellos acoplada a un respirador artificial. En sus ojos todavía le queda una mezcla de asombro y miedo, pero levanta la mano y saluda a todos los que la esperan. Ella apenas conoce a unos pocos, pero sabe que en tanta gente congregada se resume la atención de un país.

“Es muy emocionante esta despedida. Gracias a la ciencia, a la sabiduría de todo el personal de salud, al amor que me dedicaron y a la ayuda y la mente positiva de todos los que se preocuparon por mí he logrado salir. Ahora toca rehabilitarme e incorporarme como la trabajadora de la salud que soy”, dice desde el taxi que la llevará hasta su casa.

El trayecto hasta Caibarién tiene poco más de 50 kilómetros, muchos menos de los que recorrió el 14 de marzo mientras regresaba en avión desde Venezuela. Entonces no sabía que portaba el virus y dejó que la confianza y cierta dosis de imprudencia le ganaran el combate a la responsabilidad. Una semana después recibió el positivo.

Según el Dr. Jorge Eduardo Berrio, director del hospital donde Yaquelín pasó los dos meses más terribles de su vida, ella llegó a la institución y casi de inmediato comenzó a padecer de Insuficiencia Respiratoria Aguda y un Síndrome de Distrés Respiratorio que la llevaron a la terapia intensiva. Entonces todo fue una batalla contra el tiempo y la muerte.

“Recibió todo el protocolo cubano para combatir la enfermedad. Por 26 días tuvo tratamiento con Kaletra y Cloroquina, así como seis dosis de Interferón Alfa 2B y tres con anticuerpos monoclonales. Asimismo, desarrolló una neumonía nosocomial que requirió el empleo de numerosos antibióticos”, comenta.

Con la calma propia de un médico consagrado, el doctor Berrio explica que Yaquelín requirió tres ciclos de 16 horas cada uno de ventilación en posición prono, una alternativa novedosa y necesaria para ayudarla en el restablecimiento de la función respiratoria. Luego de curada de la COVID-19, el riesgo para la vida continuaba inalterable.

El amplio equipo que la atendió decidió su tratamiento con anticoagulantes, más tarde le practicaron una traqueotomía y poco a poco comenzaron el trabajo de rehabilitación pulmonar. En todo ese tiempo sufrió tres paros cardíacos. Unas veces estaba sedada, pero en otras apenas pudo comunicarse por señas.

El doctor Jorge Alain Caballero Font, uno de los intensivistas que atendió a Yaquelín cuando todavía se encontraba en estado crítico, comenta cuánto significó para él esa experiencia. Mientras habla dice una frase que impresiona: “para los enfermos es muy complicado, porque casi no tienen posibilidad de comunicarse y están siendo atendidos por extraños a los cuales solo les ven los ojos”.

“En lo técnico el caso fue un gran reto, pues a pesar de contar con el mejor equipamiento disponible, personal escogido de enfermería y con una comisión de expertos integrada por prestigiosos profesores, fue necesario “exprimirnos” para salvarla”, recuerda.

Mientras Yaquelín espera que el auto inicie el trayecto hasta su casa, por la ventanilla observa a todos los reunidos para despedirla. Casi en el centro del grupo, una mujer no baja nunca una pequeña bandera cubana. Ha estado así desde que la enfermera-paciente salió por la puerta de su sala. Se llama Marta Rodríguez y es una de las auxiliares de limpieza de la institución.

“Hoy es un día de fiesta para nosotros. Esto es un logro muy importante para el hospital, porque Yaquelín está rehabilitada después de varios días tan grave. Aquí todos estábamos pendientes de su salud, aunque muchos ni siquiera la vimos durante semanas”, dice todavía sin bajar la mano. Es como si quisiera reafirmar ese Cuba Salva que se ha convertido en la frase del momento, no solo para Yaquelín

Como ella, otras 173 personas vencieron al nuevo coronavirus en este hospital. Días atrás, de aquí salió recuperado el último paciente vinculado al evento de transmisión local abierto en el Hogar de Ancianos Nro. 3 de Santa Clara, un brote que contagió a 47 abuelos y en el cual apenas hubo que lamentar tres fallecimientos asociados a la COVID-19.

“Fueron días de gran tensión, porque un grupo de ancianos llegó aquí con padecimientos que complejizaban su estado de salud. Todo el personal médico y de enfermería se esforzó para evitar complicaciones como las neumonías, las escaras o las bronconeumonías. La recuperación de tantos abuelos es otro éxito indiscutible”, comenta el Dr. Carlos Hidalgo, especialista en Medicina Interna a cargo del grupo que trabajó con los ancianos.

Cerrar ese evento de transmisión local sin daños mucho peores, así como salvar a Yaquelín de la muerte, es indiscutiblemente un logro del sistema de salud cubano. Dentro de 15 días ella iniciará un novedoso tratamiento con células madres para rehabilitar la parénquima pulmonar. Casi en el mismo tiempo, las reparaciones en el hogar de ancianos casi habrán terminado.

Todavía el patio del hospital es un bullicio cuando el auto arranca y parte rumbo a Caibarién. En su interior, Yaquelín sostiene el brazo de su hija y por primera vez en 59 días el Sol le da en el rostro. “Ahora la vida se mira con más valor y se sabe de verdad qué se siente cuando uno está en el lado contrario. Desde hoy toca seguir luchando. Salvar una vida como la mía solo se logra en un país como Cuba“.

Entonces uno la ve alejarse e imagina cuánto corazón ancho tienen en este momento todos los que contribuyeron al milagro. Mientras ella traspasa la puerta, en el centro del hospital todavía permanece una mujer con la bandera en lo alto.

Tomado de: http://www.cubadebate.cu

lp/minjus

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